Eventos como los de ayer tienen una resonancia mediática enorme. El evento se hincha y nos llega de una manera terrible, como si de una enorme sombra se tratara. Quedamos bajo su oscuridad. Es un fenómeno relativamente reciente que sobre nosotros se viertan grandes dosis de desesperación. Los medios de comunicación actúan como amplificadores de los eventos pero ¿cómo actúan sobre nosotros? Grandes eventos del terror como atentados, desastres naturales o accidentes nos golpean como un látigo.
Cuando se suceden eventos como los de ayer recuerdo las siguientes palabras de Cioran:
“Mediante el látigo, el fuego o el veneno, obligad a todo ser humano a realizar la experiencia de los últimos instantes, para que conozca, en un atroz suplico, esa purificación que es la visión de la muerte […] La llenaría (la vida) de llamas tenaces, no para destruirla, sino para inocularle savia y un calor diferentes” (En las cimas de la desesperación. 1990. p. 31)
Desde ellas nos pretende representar el sufrimiento como una evolución. Sería una “transfiguración cósmica de nuestra esencia” (p.32). Pero hacia dónde va encaminada tal transfiguración. En ese sentido Cioran es bastante claro, escribe: “(el sufrimiento) por muy purificador que sea en su primera fase, acaba trastornando, destruyendo, desagregando” (p.93).
Nos llega el sufrimiento de familiares, amigos. El llanto de niños. El dolor. El gesto quebrado. Durante días ese será el runruneo que nos envolverá desde las noticias en nuestras comidas, desde las radios cuando cojamos el coche. Qué terrible poso de dolor quedará en nuestro interior. ¿Estas angustias mediatizadas nos trastornarán, destruirán, desagregarán?
La mediatización del dolor ha sido en este último trágico suceso un evento inesperado, no intencionado, aunque aún no sabemos si se podría haber evitado; pero el dolor se mediatiza, también, intencionadamente como una estrategia. El látigo, el fuego y el veneno se lanzan con premeditación, con la intención de golpear nuestras conciencias, de trastornar, destruir y desagregar nuestra integridad. Esta mediatización del dolor es el recurso estratégico del fanatismo terrorista. El impacto terrorista no sería comparable al que se produce, se desinflaría, sin el soporte mediático que se les presenta. Parece una locura, y posiblemente lo sea, pero no carece de sentido: el silencio diluiría su impacto. Dejarían de ser un látigo que se agita al viento. Pero ¿podemos ignorar el dolor?
Imagen: Detalle de “Alegoría del Amor” de Bronzino. 1569. The National Gallery, Londres
2 comentarios:
Hola Javier, ami tambien me gusta mucho cioran, si quieres visista mis blogs, o agregame al msn albertomariocarlos es el mio, saludos!
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