miércoles, 27 de agosto de 2008

Entre F. Pessoa y W. Whitman el heterónimo Álvaro de Campos


Que en Pessoa late W. Whitman es indiscutible. Desde su magistral recurso a la heteronimia se nos aparece Whitman. La heteronimia es un recurso de identidad muy complejo, difícilmente practicable, pero en Pessoa se ejerce con una naturalidad pasmosa. Quizá por el hecho de que Pessoa siempre fue consciente de la sentencia que clausuraba (o abría, según se mire) el Canto a mi mismo de W. Whitman:

Do I contradict myself?

Vey well them I contradict myself,

(I am large, I contain multitudes)

¿Me contradigo?

Pues bien, me contradigo

(Soy inmenso, contengo multitudes)

Pessoa es un escritor respetuoso con la identidad múltiple que nos predice W. Whitman. Álvaro de Campos, Bernardo Soares o Ricardo Reis son parte de la multitud que contenía el propio Pessoa. Creo que llamar a Pessoa por tal nombre es tan ficción como llamarlo Álvaro o, lo que es lo mismo, tan verídico como llamarlo Bernardo. Las multitudes de Pessoa aparecen, cada cual en su momento. Incluso el Pessoa que se prodiga ebrio de aguardiente por el Café A Brasileira era Pessoa.

Walt Whitman nos ofrece una interpretación lúcida de Pessoa, pero también ocurre a la inversa. La admiración de Pessoa por el poeta de Long Island se hace patente cuando de él emerge su heterónimo Álvaro de Campos. Los poemas de éste están repletos de referencias a Whitman, tanto expresas como implícitas. Incluso creo que es a él a quien debemos una de las mejores expresiones que he leido para caracterizar a Whitman: demócrata epidérmico. La piel es el mayor órgano del cuerpo humano y, por tanto, el que nos mantiene con mayor extensión en relación con el mundo. Whitman era un demócrata por la aceptación y la aprehensión que tenía de todo lo que le rodeaba. Así como también es epidérmico porque nada quedaba al margen de su sensibilidad, todo lo percibía y de todo hacía un mundo, feliz y entrañable.

La conjunción de Walt Whitman y Pessoa en el heterónimo de Álvaro de Campos es muy enriquecedora. Propia de dos grandes y extensas personalidades, que se entendieron así mismos de forma tolerante, sin negarse ningún espacio interno. Dos ejemplos a seguir.

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